Editorial

Por Rogelio Brambila Suárez.

En la insistente situación respecto del envejecimiento humano es necesario ilustrarlo de mejor manera. Aunque cada día que pasa sin atender esta realidad es un día perdido, hoy renovaremos los intentos por difundir las consecuencias lógicas de un comportamiento humano colectivo que no ve, no observa, no escucha ni deduce. A la presente generación de adultos jóvenes que están tomando estafetas políticas se les propone que deberían ver algo de números.

Por ejemplo, la OMS señala que para 2030, cuando se acabe el sexenio del próximo gobierno federal, una de cada seis personas en el mundo tendrán 60 años o más. ¿Cuáles son los datos para México? Por ejemplo, en nuestro municipio de Ensenada se cuenta con poco más de 52,000 adultos mayores. ¿Qué se está haciendo con ellos? Pues por ejemplo que, en cuanto a “humanidad” y “dignidad”, se les obliga a hacer largas filas y desde tempranas horas en las instituciones y organizaciones que rigen el actuar ciudadano para acceder a los derechos universales de salud y bienestar.

Nos estamos refiriendo a las áreas principalmente de salud con sus deficiencias en servicios y dotación de medicamentos, aún a pesar de los esfuerzos por servir de las nuevas generaciones que se están apropiando del ámbito médico en la localidad. Otra afrenta a la dignidad humana se presenta en los escasos servicios bancarios que existen para el Bienestar, propiciando serias pérdidas de tiempo, cuando que lo que más atesoramos y deseamos es llenar de bondades y satisfacciones nuestro tiempo.

Volviendo al informe de la OMS, también indica que, en el año 2050, la población mundial de personas en esa franja de mayores de 60 años se habrá duplicado a 2100 millones. Lo anterior son datos de: “Envejecimiento y salud - WHO”. Además, se prevé que el número de personas de 80 años o más se triplique entre 2020 y 2050, hasta alcanzar los 426 millones.

De todo ese mundo de personas que enfrentan el problema global, enfoquémonos en lo local. Y, entonces me pregunto si todas las personas mayores, las actuales y las de generaciones inmediatas que vienen detrás, ¿tendrán un espacio adaptado o diseñado para sus necesidades de vida como adulto mayor?

En cuanto a lo urbanístico, es innegable que la percepción de la realidad actual en un contexto, ya sea de barrio, de vivienda, de habitación, o de cualquiera de las diversas construcciones existentes, es que presentan una gran falta de cultura gerontológica, arquitectónica y de diseño por toda nuestra ciudad para con los adultos mayores; y que no se han atendido ya sea por desconocimiento ciudadano o institucional.

Y es que debiéramos reflexionar acerca de cómo nos relacionamos con los objetos, con las cosas, con los aparatos y con todo aquello que nos rodea y poder señalar con precisión todo lo que tiene que ver con las necesidades de la vejez y tratar de despertar el interés por democratizar las oportunidades para que todos los habitantes logren sus propósitos. Por ejemplo, los de movilidad funcional y segura.

¿Qué tan seguros son los cruceros de calles para que un adulto mayor transite? ¿Qué tan seguras son las banquetas para evitar caídas? ¿Por qué nos hemos vuelto los enriquecedores de las farmacéuticas? Algo no está bien. Por ejemplo, sabemos que no se permitió la atención geriátrica a los internos en el penal de la localidad. Entonces no se conocen las condiciones de salud de los adultos mayores presos en el CERESO de Ensenada. El hecho de estar preso no omite el derecho a la salud.

¿Te das cuenta, apreciable elector, que la vida en la vejez debe ser dignificada?

Existe la idea generalizada, y errada, de que el envejecimiento va ligado directamente con la enfermedad y que los abuelitos deberán permanecer en casa, pero desde aquí podemos reiterar que muchos adultos mayores aún pueden aportar fuerza, energía laboral, experiencia y capacidad para sentirse más dignos y apropiados.

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