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Ocasión anecdótica e histórica “Una Noche en Miami”

Por Basilio A. Olivas S. | sábado, 16 de enero de 2021

EMX-Ocasión anecdótica e histórica “Una Noche en Miami”

Una charla de festejo entre Malcolm X y Cassius Clay que anticiparon el racismo en los Estados Unidos de hoy. Estuvieron también el cantante Sam Cooke, voz del soul, y el astro de fútbol americano Jim Brown


Tijuana, B. C.- La actriz Regina King, reina de la televisión, debuta como directora de cine con ‘Una noche en Miami’, mientras asegura que “América no será grande mientras se siga asesinando a compatriotas”. La cinta de derivo del hecho en que el 25 de febrero de 1964 Cassius Clay se convirtió a sus 22 años, sorprendentemente, en el campeón del mundo de boxeo de los pesos pesados al derrotar en Miami a Sonny Liston, el poseedor del título, un duro fajador con puños de piedra.

Clay tenía clase, estilo y una gran boca propagadora de chulerías. Pero también era un hombre consciente de su influencia y de su destino. Su amigo Malcolm X presenció la velada pugilística y le invitó esa noche a la habitación de su motel: Clay estaba a punto de anunciar su conversión al islam, su cambio de nombre (por el de Muhammad Ali, el amado de Dios) y su entrada en la Nación del Islam, la organización religiosa que justo se planteaba abandonar Malcolm X. Esa noche, en aquella pequeña habitación, no estuvieron solos: a la celebración se sumaron otros dos amigos, también estrellas: el cantante Sam Cooke, voz referencial del soul, y el jugador de fútbol americano Jim Brown, que en el cenit de su carrera meditaba retirarse harto del racismo en el deporte para empezar en el cine.

Se asegura que de esa noche no hay testimonio gráfico: en realidad, no existe ni una foto en común del cuarteto. Tampoco se sabe de qué hablaron, pero sí que, tras aquella madrugada, los cuatro viraron sus vidas y sus carreras.

Sam Cooke fue asesinado 10 meses más tarde, en un turbio incidente al que el tiempo ha envuelto en un halo conspirativo. Semanas más tarde, en febrero de 1965, el asesinado fue Malcolm X. Los sesenta fueron un caldero en el que hervían la violencia, los derechos civiles y el arte.

Reviviendo la historia.

Durante el confinamiento, Regina King (Los Ángeles, 50 años) se asombraba de los ecos que había entre lo que estábamos viviendo (“Los asesinatos de George Floyd y Breonna Taylor nos hablan del racismo existente en mi país”) y Una noche en Miami, la película que había rodado sobre ese cuarteto (“Son unos Vengadores negros, ¿no?”) justo antes del advenimiento de la pandemia, y que suena para los Oscar.

El currículo de King impresiona: tras 35 años de carrera como actriz se la considera una de las reinas de la televisión en su país, con cuatro Emmys: dos por la serie American Crime y otro par por Seven Seconds y Watchmen. Además, ganó un Globo de Oro y el Oscar por su trabajo en El blues de Beale Street. Había dirigido varios episodios de series, pero llevaba un tiempo preparándose para el siguiente paso.

“Soy muy consciente del cambio que supone en mi carrera. Ahora soy directora de cine, como ya lo era de televisión. Y confieso que, a cinco días del estreno de mi película, aumentan los nervios”. Este estreno, a través de la plataforma Amazon Prime Video, llega este viernes a la vez que el 50 cumpleaños de King, que lo celebrará “con una proyección privada con amigos cuidadosa con los protocolos anticoronavirus”.

El ascenso al estrellato de la actriz parecía marcado desde su nacimiento. Sus padres la llamaron Regina y a su hermana, Reina, lo que combinado con su apellido suena todo muy monárquico. Si en televisión empezó en 1985, al cine no llegó hasta seis años más tarde, de la mano de John Singleton (con él hizo tres películas) en Los chicos del barrio.

El material perfecto.

“Una noche en Miami”, se basa en una obra de teatro de Kemp Powers (codirector de Soul), que él mismo ha adaptado al cine. La trama se abre a mitad: dentro de la noche de celebración hay también una noche de reflexión. “Como nos pasa ahora, ¿verdad? Biden ha ganado, y aun así tenemos múltiples problemas estructurales. Nuestro sistema social tiene que reconstruirse y eso no ocurre de manera automática.

Aunque reconoce que cada acontecimiento dramático acaecido en Estados Unidos últimamente y desde el final de su rodaje aumentaba la pertinencia de su filme.

“Es necesario recordar a todos y cada uno de los estadounidenses que nos unen más cosas que nos separan, que tenemos una larga historia pasada en común. Y que efectivamente albergamos numerosos rasgos negativos. Si las aceptamos, podremos mejorar. Esto no va de hacer América grande otra vez [King juega con el lema de Donald Trump], sino de que entendamos que nunca fue grande, y que no lo será mientras se oprima, margine y asesine a seres humanos, a compatriotas”.

En un momento de la película, Sam Cooke se revuelve ante Malcolm X, que le echa en cara que las canciones de Bob Dylan parecen reflejar mejor el sufrimiento de los afroamericanos que las suyas, a lo que Cooke, que acaba de grabar la sobrecogedora A Change Is Gonna Come, responde: “No seré el arma de nadie”. ¿Y Regina King? ¿Siempre ha hablado por sí misma en sus múltiples declaraciones comprometiéndose, por ejemplo, a que en sus proyectos haya un 50% de mujeres, o subrayando el racismo endémico en EE UU? “A veces sientes que como famosa tienes que cumplir ciertas expectativas. Es complicado manejar esas situaciones, salir airosa y sentir que tus sentimientos como ser humano traspasan el esquema de ‘lo que dice una estrella’. En fin, recuerda: el universo siempre tiene un plan”.

“Una noche en Miami”

El rodaje se completó con unas jornadas extras llegado ya el coronavirus a Estados Unidos. Su estreno en el festival de Venecia convirtió a Regina King en la primera cineasta negra que optaba por el León de Oro.

“Una noche en Miami”, se basa en una obra de teatro de Kemp Powers (codirector de Soul), que él mismo ha adaptado al cine.

La actriz Regina King, reina de la televisión, debuta como directora de cine con “Una noche en Miami”.

En un momento de la película, Sam Cooke ante Malcolm X, que le echa en cara que las canciones de Bob Dylan parecen reflejar mejor el sufrimiento de los afroamericanos que las suyas.